Esta tarde hemos dado el último adiós a nuestro amigo y compañero José Maria Imaz Ocharan, Jose para los que le conocíamos más de cerca. Con un tiempo desapacible, lluvioso y ventoso se ha despedido de esta vida por la que llevaba luchando –con fortaleza y con valentía- un largo tiempo próximo a los dieciséis años.
En ese período tan dilatado hubo batallas que ganó y
que le permitieron recuperar su sonrisa cálida y su alegría, y otros muy duros
enfrentado a ásperos tratamientos, siempre con la esperanza de vencer al
enemigo cruel al que plantaba cara y que al final le ha terminado venciendo.
Jose era una persona que reunía todas las cualidades
que han sido características en la gente de mi tierra, del país vasco.
Discreto, parco en palabras y generoso
en sonrisas, con la nobleza reflejada
en la mirada, un hombre bueno en el sentido más
machadiano del término.
Y junto a él, la sombra permanente y protectora de
Carmen, su esposa, su compañera, su apoyo incondicional que ha compartido
con él todos los sinsabores y también las
expectativas, y que ha peleado codo con codo para que recuperara la salud.
Carmen, de apariencia frágil y tan llena de fuerza interior. Jose ha sido muy
afortunado teniéndola siempre a su lado.
Descansa en paz amigo, tan solo somos, al fin, la
imagen y el recuerdo que dejamos al irnos, y el tuyo brilla de un modo especial
en esta oscura y triste tarde.
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